Orlando Gómez Torres
El gobierno pide más impuestos y la sociedad civil más austeridad, la combinación de ambas propuestas sugiere un deseo de un ajuste “a la española”. Para los dominicanos ese ajuste no es novedad, 11 años antes de que España hiciera el suyo, nosotros impulsamos el “paquetazo fiscal” en un contexto no tan diferente al actual y con resultados predeciblemente desalentadores. Ese deseo de “auto-Merkelizarnos” desconoce, al igual que mi admirada Canciller, que el problema no son los déficits, el gasto o las deudas, es claramente la economía.
Varias flexibilizaciones al encaje legal, recortes de las tasas de referencia por parte del Banco Central, y un gasto importante movilizado por los partidos políticos y presumiblemente el Estado en campaña electoral, no evitaron que el crecimiento del país siga en franca desaceleración. Al mes de Junio la inflación anualizada de 2.71% es la más baja registrada desde la crisis del 2008, ese peligroso congelamiento del consumo podría incidir aún más en una deprimida economía de la que organismos y analistas internacionales ya empiezan a revisar su crecimiento por debajo de la meta oficial.
La prensa da cuenta del éxodo de españoles y dominicanos que huyen de la adversa situación económica que golpea España.
En el 2001, estando Estados Unidos en una crisis que degeneró en recesión, nosotros “hicimos un España” manteniendo un gasto tímido y pasando el tristemente recordado paquetazo fiscal. Ese año el crecimiento se cortó a la mitad, el año siguiente aún a pesar del rebote económico de nuestro principal socio comercial, el país creció un magro 1%. Para España el futuro parece deparar algo no muy distinto con un desempleo cercano al 30%, mayores déficits fiscales y más deuda para una economía sin estímulo para crecer.
En el actual contexto, si ambas partes quedan satisfechas y recibimos impuestos y austeridad es probable que sacrifiquemos crecimiento, y que el déficit fiscal que se desea reducir, siga aumentando.
Como es poco probable que la reforma no se haga en lo absoluto, a pesar del desalentador panorama económico, lo ideal sería suavizar su impacto. En materia impositiva se debe diferenciar y reducir el impuesto sobre la renta de las empresas, reducir la tasa y ampliar la base del ITBIS vigente además de crear un ITBIS diferenciado y reducido para los productos de consumo básico, agregar un impuesto especial para los artículos de lujo, y estructurar bajo un solo cuerpo todo el régimen de exenciones impositivas a las industrias, para su reevaluación y ordenamiento.
Adicionalmente el gobierno debería iniciar un proceso de venta de activos, especialmente su participación en empresas del sector eléctrico, lo que pudiera reportarle suficientes recursos como para reducir de forma sensible el actual déficit en el corto y mediano plazo, y le permitiría eludir la drástica austeridad reclamada por la sociedad civil, que con la fusión de algunos departamentos y ministerios pudiera quedar satisfecha.
Lo importante es la economía, no el déficit ni el gasto del Estado, mayor estímulo monetario por parte del Banco Central es bienvenido pero probablemente no será suficiente. Quizás lo preferible hoy en materia de gastos e impuestos sea gastar más y cobrar menos, pero como esto es improbable que ocurra, al menos aspiro a que el daño de la próxima reforma sea, en la medida de lo posible, reducido. A ver si no terminamos como España.
Santo Domingo, R.D., miercoles, 18 de julio de 2012.
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