Jorge E. Herrera De León
Los pueblos latinoamericanos sufrieron muchas dictaduras
en el siglo anterior. Las más oprobiosas fueron la de Augusto Pinochet en
Chile, la del Generalísimo Trujillo en la República Dominicana y la del PRI, en
tanto partido único en México. Aunque en muchos países del sistema la
democracia aún es una ilusión, se puede asegurar que un gobierno opresor no
puede ser impuesto como en otros tiempos.
Mucho menos, cuando un presidente logra la reelección por
tercera vez consecutiva, y la proeza,
además de legitimar su obra de gobierno le garantiza la permanencia en el Poder
por no menos de veinte años. Sin embargo, la maledicencia parece no tener límites.
Apenas se supo de la victoria aplastante del presidente Chávez, ya los medios
de comunicación social, hablaban de dictadura. Pero, ¿cuál dictadura? ¿Acaso
fueron seres extraterrestres, los que sufragaron a favor de Chávez?
Presidente Hugo Chavez, de la Republica Bolivariana de Venezuela.
También los tiempos de manipular la realidad tienen que
acabarse. ¿Por qué fue atinada la expresión de Abraham Lincoln: “no se debe
cambiar de caballo, cuando se está vadeando un río”, y que luego repitiera con
éxito Balaguer en 1970; mientras se condena que el presidente Chávez pensara lo
mismo, cuando decidió poner en juego su “faja política” frente al
ultraderechista Capriles?
El asunto no es de permanencia en el Poder, porque sí;
sino de evitar, con estricto apego a las reglas consensuadas y vigentes, que se
frustre el proceso revolucionario que quieren y necesitan las masas irredentas
de Venezuela y de otros pueblos
latinoamericanos, desde tiempos inmemoriales. Es nauseabundo soportar el
eco perverso de Leonel Fernández en labios de la caricatura presidencial que se
le ha impuesto al país, nada menos que con cargo al fisco.
La revolución político social del presidente Hugo Chávez
va más allá de la retórica insulsa del farsante de la “Fundación Global para mi
Peculio Personal” (Funglope) como se debe llamar ese centro de acumulación de
capitales originarios, frutos de la corrupción y el narcotráfico que apadrina
el zar de la perversidad…
Santo Domingo, R.D., domingo, 14 de octubre de 2012.
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