jueves, 9 de diciembre de 2010

La “bala mágica” de Warren


Al día // Juan José Ayuso

De acuerdo con el “Informe Warren”, que establecía a Lee Harvey Oswald como solitario asesino de John F. Kennedy y quien dispararía desde la ventana de un piso alto de una librería cercana a la avenida Dealy por donde pasaba el desfile presidencial, la bala del rifle del acusado hirió al Presidente por la espalda, a nivel de la nuca, y de allí pasó al cuerpo del gobernador de Texas John Connally, al que también hirió en la espalda y en el brazo y el muslo izquierdos.

 El Presidente y su esposa Jacqueline iban sentados detrás y el gobernador delante.

La bala que se “recuperó” no tenía la más remota señal de haber sido siquiera disparada. Era una bala “prístina”, según la calificación del experticio balístico,

Investigaciones del momento y posteriores, con testigos oculares y filmaciones de asistentes al desfile como la de Abraham Zapruder, dejaban claro que por lo menos hubo tres disparos contra Kennedy. Uno desde detrás y los otros dos desde el frente.

 Uno de los testigos presenciales estaba a pocos metros de un montecito protegido por una verja de madera y sintió muy cerca de su oído izquierdo cuando le pasaba cerca la bala que hirió al Presidente en la frente y que hizo saltar parte de su cerebro.

 La filmación de Zapruder muestra con claridad el tiro que recibe Kennedy por la nuca y el que, por delante, recibe en la frente. Y lo confirman los testigos del hecho porque la avenida por donde desfilaba la caravana presidencial estaba llena de personas.

 En agosto y octubre de 1968 ocurren los asesinatos de Martin Luther King y de Robert F. Kennedy, hermano del presidente asesinado y quien buscaba la nominación por su partido, lo que parece cerrar la conspiración que inició el 22 de noviembre de 1963.

 Se había evitado la repostulación de Kennedy, quien tenía de antemano asegurado el triunfo para un nuevo mandato, y se logró que un hombre de confianza de la extrema derecha norteamericana tomara el poder.

 El asesinato de Lee Harvey Oswald y la muerte por un “ataque al corazón” de Jack Rubinstein (Ruby) habían sido gestiones patéticas de la operación de encubrimiento del asesinato y sus objetivos.

Los asesinatos de King y Robert Kennedy fueron el colofón de la conjura, que de pasada eliminó toda posibilidad de que el tercer Kennedy, Edward, senador por Massachusetts, reuniera el valor para buscar la nominación por el Partido Demócrata.

  En los cinco años entre el 22 de noviembre de 1963 y fines de 1968 había crecido la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam que le costaría cerca de 100 mil muertos y una cantidad incontable de dinero. El ruido mediático de la escalada de la guerra facilitaba la tarea de encubrir el crimen y facilitar la conspiración de que fue inicio.

Santo Domingo, R.D., jueves, 09 de diciembre de 2010.


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