Eduardo Álvarez
Manzanillo es una hermosa Ensenada ubicada en el extremo noroeste de esta media isla, bordeando la frontera que nos separa de Haití.
Posee un puerto de profundo anclaje, reconstruido a finales de los 80 cuando la producción de guineo en esta región daba esperanzadoras señales de volver a sus orígenes.
El mercado europeo, con sus altas y bajas, estimularon a la sazón el relanzamiento de lo que fuera un esplendoroso proyecto.
Empresas mundialmente acreditadas en la producción de banano, entre ellas la United Fruit, volvieron a interesarse en las plantaciones e instalaciones de la estatal La Cruz de Manzanillo.
Calidad, precios y facilidades crediticias se combinaron para hacer atractiva a esta abandonada industria.
A mediado de los 90, se fueron desvaneciendo aquellos sueños renovadores, apagados súbitamente por las restricciones de la Unión Europea, cuyos mercados estaban comprometidos con productores de las Islas Canarias, África y algunas de las antiguas colonias del viejo continente.
Un duro golpe para los productores latinoamericanos, incluyendo por supuesto a los dominicanos. Estados Unidos endentó exitosamente las disposiciones que afectaban su mercado, dejando de lado a sus vecinos hispanoparlantes.
Plantación de guineos.
Mientras tanto, la bahía de Manzanillo sigue ahí, entre manglares y nostalgias, cerca de La Florida, principal puerto norteamericana con acceso a Centro América.
Esta historia comienza en abril de 1945, con el bum de la posguerra. La Grenada Company trajo con ella la modernidad, el orden y crecimiento en una región tradicionalmente deprimida. Hizo provecho de grandes extensiones de tierras propicias para la producción.
En la sección La Cruz, a cinco kilómetros del poblado de Manzanillo, operaba sede principal de esta prospera industria con sus vastas plantaciones, un modernos puerto, pavimentadas carreteras de acceso, canales de riego, vías ferroviarias, lavadoras, cortadoras, empacadoras, almacenes refrigerados, talleres y oficinas..
Resaltaba el esplendor de una bien trazada y mejor cuidada estructura productiva, dando paso, 10 kilómetros más al oeste, a un hermoso complejo de viviendas para ejecutivos y empleados. Una escuela, un hospital, áreas verdes, parques infantiles, centros deportivos, recreativos y sociales le daban una dinámica concéntrica digna de las urbes mas avanzadas.
Productores de Santiago Rodríguez, Mao, Esperanza, Laguna Salada y Villa Vásquez hacían provecho de la red ferroviaria que posibilitaba el facial transporte del banano hasta Manzanillo.
En 1963, veinte años después, la Grenada cerró sus puestas. Sucumbió a las presiones laborales y demandas gubernamentales, estimulados por los aires e libertad pos Trujillo.
Bahía de Manzanillo,
República Dominicana.
República Dominicana.
Las confusiones de la época precipitaron el desmembramiento de una empresa cuyos beneficios superaban la corta visión de una sociedad cegada por las ansias más de venganza que de libertad.
Creyó que destruyendo estos medios de producción estaba eliminando los símbolos y memorias de la dictadura. Nadie se detuvo a pensar que estaba destruyendo el camino hacia la libertad económica.
La forma en que colapso la Grenada explica inequívocamente las reiteradas recaídas de este proyecto. Administrado primero por el Instituto Agrario Dominicano [IAD], pasó luego a la presidencia de la Republica, por disposición del presidente Balaguer.
Sin estar ajena a los escándalos propios de la corrupción, la empresa ha ido enajenando sus activos, a merced de los desaciertos. No han faltado los intentos por recatarla con la introducción de nuevo renglones, como la siempre de soya a mediados de los 80. Firmas muñidamente desacreditas, como la Exportadora de Productos Comerciales [EXPROCA] y la Esquitez Bussines Associated [EBA] se vieron involucradas, con el concurso de funcionarios locales.
En esa ocasión, la gerencia redujo su personal de 1,900 a 455, entre empleados, obreros y ejecutivos.
Relegada por el tiempo y la distancia, La Cruz de Manzanillo volvió recientemente a ser noticia. No para anunciar su rescate, nuevos experimentos productivos o aplaudir la recuperación de las extensiones y mejoras depredadas.
Esta vez el escándalo llegó hasta Bienes Nacionales, cuya administración vendió sus rieles otras estructuras metálicas como chatarras, sin la debida ponderación y transparencia que demanda una operación de esta naturaleza.
Santo Domingo, R.D., sabado, 11 de diciembre de 2010.
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