La política quedó marcada
por violaciones constitucionales
Mañana termina el 2010, que para buena parte de los dominicanos seguramente quedará marcado como un año negativo en la mayoría de las cosas que acontecieron en la vida pública, a pesar de que las autoridades hablan de crecimiento de la economía.
Y probablemente que creció, pero ese crecimiento se quedó atrapado en las redes que el sistema ha creado para que solo un grupo privilegiado pueda disfrutar de los peces grandes, dejándole al resto de la población los desperdicios.
La política quedó marcada por violaciones constitucionales; elecciones en las que primaron el despilfarro de recursos y el transfuguismo auspiciado por el oficialismo; pugnas y discusiones en los partidos; debilidades institucionales y ausencia de valores éticos y morales que debieron enmarcar la acción pública.
Surgieron brotes de enfermedades nuevas que amenazan a la población, precisamente entre los que no poseen las redes que permiten pescar libremente y sin límites.
Ausencia de programas alimenticios adecuados en las escuelas provocando cientos de niños intoxicados; aumento del narcotráfico; violencia, atentados y violaciones por doquier; aumento del desempleo; subida del precio de los combustibles y la electricidad sin que se eliminen los tortuosos apagones; basura en la mayoría de las calles; denuncias de corrupción y todo un conjunto de cosas que describen un año 2010 desastroso, pero las autoridades dicen que la economía creció.
Nuestro modelo está basado en muchos aspectos que resultan, además de antihumanos contraproducentes, porque parten de unos indicadores que no reflejan necesariamente la realidad de lo que ocurre en la mayoría de los hogares, pues el crecimiento de la economía debe estar íntimamente ligado a la situación de la población.
Cuando no se reflejan mejorías en las condiciones de vida de los habitantes, aunque los expertos lo digan, no se puede hablar de crecimiento económico, sino más bien de crecimiento de algunos sectores y de unos indicadores que les sirven a los organismos internacionales para calificar o medir las posibilidades de cobrar en esos países, no importa si la mayoría de la gente vive mal.
Pero para el gobierno y algunos sectores la economía creció, aunque para el resto del país solo crecieron las desigualdades y toda la secuela negativa que ella engendra, aumentando cada vez más las diferencias y creando caldo de cultivo que igualmente aumentan los resentimientos.
El 2010 llega a su final sin que se vislumbres expectativas positivas para el próximo año, lo que preocupa, pues si el gobierno sigue pensando que todo anda bien y continúan actuando de espaldas a las verdaderas necesidades que padecen las mayorías, podrían estarse incubando actitudes que exploten de un momento a otro, sin que necesariamente sea para bien de la propia gente.
Dios permita que todos los sectores, especialmente oficiales y dirigentes reflexionen, para que en el 2011 primen acciones de mayor contenido humanista, más respeto a la institucionalidad, más solidaridad y pueda lograrse paz social y económica duradera.
Santo Domingo, R.D., jueves, 30 de diciembre de 2010.
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